Merida celebró Bodas Episcopales de Monseñor Porras



Una gran manifestación de afecto y respeto donde asistieron la representación de más de 62 parroquias de la geografía merideña recorrieron desde muy tempranas horas las principales calles de la ciudad de Mérida para concentrarse en la Plaza Bolívar y luego participar en la misa concelebrada con motivo de la celebración de los 25 años de Baltasar Porras, Arzobispo de Mérida.


Con la asistencia de su Excelencia el Nuncio Apostólico en Venezuela su Excelencia Giacinto Berlocco, el Cardenal Urosa Sabino, Mons Ubaldo Santana, presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana, Mons Cabrejo, pte de la Conferencia Episcopal del Perú, 35 obispos y más de 115 sacerdotes se celebraron en la Basílica Menor de Mérida un Misa Concelebrada para celebrar los 25 años de episcopado del Arzobispo de Mérida Baltazar Porras.


En esta histórica celebración asistió el Rector de la ULA, Mario Bonucci, ex rectores, profesores, estudiantes y pueblo en general se sumaron para celebrar con el Arzobispo merideño esta importante fecha. No hubo ningún representante del gobierno regional, ni municipal en los actos.
El Nuncio Apostólico en Venezuela su Excelencia Giacinto Berlocco fue el primero en intervenir y darle lectura al mensaje del Papa Benedicto XVI, la homilía en ocasión a estas bodas de plata episcopales estuvo a cargo de su compañero de seminario Monseñor Roberto Lúckert quien detallo parte de la vida y los 42 años de vida sacerdotal de Monseñor Porras, su convivencia e hizo énfasis en su esfuerzo por sobrevivir momentos duros determinados por circunstancias debidos a la resistencia o malquerer de los otros.


Recordó que al Arzobispo Baltasar Porras, le ha tocado ejercer su ministerio sacerdotal a la sombra del pastor Miguel Antonio Salas, quien fue un formador de formadores y que enseño en los años de Seminario a sentir con gran aprecio la vida sacerdotal. Porras ha sabido imitar aquellos grandes pastores como Mons. Chacón, Pulido Méndez, Quintero y su mentor Miguel Antonio salas.
La iglesia venezolana cuenta con un gran pastor ya que Mons. Baltazar Porras no solamente es un hombre de fortalezas que le permiten conocer las luces, miserias y limitaciones que en su ministerio episcopal he tenido que asumir gravísimas responsabilidades, como ser presidente de la Conferencia Episcopal venezolana, responsabilidad bien llevada en momentos difíciles para la patria, convirtiéndolo en un profeta que es perseguido e incomprendido, ha sido un luz en medio de la oscuridad.


Monseñor Porras ha sido ejemplo para muchos, especialmente para esa población tranquila, pacifica, cómoda, que existe en todas partes y muy particularmente en Venezuela.
El Arzobispo de Coro en su homilía insistió en la necesidad de mujeres y hombres que sean profetas y manifestación de Dios para los demás y se revelen en el desierto de la vida y la llanura monótona de cada día a través de los acontecimiento más diversos, y sobre todo, escuchar a los demás y aceptarnos como son mostrando todo el amor, la esperanza y el compromiso con los pobres, la pasión y el seguimiento incondicional de la justicia.

Monseñor Baltazar Porras agradeció a la feligresía

Al llegar al final de esta celebración eucarística Mons. Baltasar Porras, Arzobispo de Mérida expreso sus sentimientos a la gran feligresía merideña y venezolana, así como los gestos solidarios de todos.
“La vivencia de estas jornadas jubilares me han hecho sentir y compartir la grandeza y la dulzura de ser hijo de la Iglesia, abierto a todos, sin distingos, con la alegría de vivir la fuerza transformadora del amor hecho ternura, perdón, reconciliación, pero sobre todo, esperanza y fuerza de transformación del mundo que nos rodea”. Recalcó
Como obispo puesto al frente de mi querido presbiterio merideño, me ha permitido sentido la acción vivificante del trabajo en común, de la generosidad y de la alegría de trabajar por la construcción del reino. En contacto con todos los sectores y personas. Los encuentros tenidos y los que aún faltan con los distintos integrantes de nuestra Iglesia particular se han visto desbordados por la presencia cordial y fraterna con miembros de otras confesiones religiosas, cristianas y no cristianas. Con los niños y jóvenes, con los pobres de nuestros barrios y los excluidos de nuestra sociedad, con los campesinos de quienes tanto se aprende y a quienes tanto debemos.

Monseñor Porras insistió que muchas expresiones de la cultura, de la academia y del saber, no ha sido la búsqueda erudita y el conocimiento fatuo, sino la afanosa tarea de buscar la verdad y la transparencia en libertad y respeto a la pluralidad. En una Venezuela a la que se le quiere arrancar la virtud de la sana convivencia, del respeto mutuo y a las instituciones, del derecho a una vida digna, tranquila, servicial y solidaria, el Tabor vivido comunitariamente en estos días, es un acicate para asumir con más fuerza el llamado de Benedicto XVI. “Los invito a que juntos sigamos con constancia y con paciencia trabajando por construir un mundo en el que quepamos todos, sin insultos, descalificaciones, odios y rencores. El amor todo lo puede”.

“Quiero abarcar a todos en esta acción de gracias a mi Dios, rogando siempre en mi oración con alegría por todos ustedes a causa de la colaboración que han prestado al Evangelio, como diría Pablo a los Filipenses, en la persona de Benedicto XVI. Su carta afectuosa y fraterna, su preocupación universal en la que nuestro país tiene un puesto especial, me hace junto con ustedes rogar por El, para que sean más las rosas que las espinas las que muevan su solicitud por la paz y el amor entre todos los hombres. Que la bendición apostólica que nos envía sea bálsamo y viático en esta hora.” A todos un Dios se lo pague con una medida plena y rebosada. Que María Inmaculada nos cubra con su manto protector. Amén.” Con estas palabras finalizó la multitudinaria misa concelebrada en la Basílica Menor de Mérida

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